Violencia contra las mujeres, el mal ejemplo de la UASLP

Por Victoriano Martínez

“La Universidad debe y tiene que ser la casa de todas las libertades, es así que de forma enérgica y categórica, la violencia contra las mujeres nunca más debe ser tolerada, porque la defensa de la dignidad de todas y todos los universitarios, tiene que ser ejemplo para la sociedad”.

Así lo dejó escrito en el quinto punto bajo el título “La Universidad que deseamos” de su Plan de Trabajo que como candidato a rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) circuló el doctor Alejandro Javier Zermeño Guerra a principios de 2020.

Aquel deseo tuvo, desde el inicio de su rectorado, las primeras señales de que se convertiría en algo inalcanzable. Hoy queda aquí expuesto el caso de Emma Menchaca de la Rosa, que confirma que la aspiración de que la violencia contra las mujeres nunca más sería tolerada y la defensa de la dignidad de los universitarios sería ejemplar sigue sólo en ese terreno, el de “La Universidad que deseamos”.

El jueves 7 de mayo de 2020, el Consejo Directivo Universitario ratificó el nombramiento como Abogado General de la UASLP para Martín Joel González de Anda, señalado junto con Jesús Monsiváis Cerda, quien fuera secretario particular del director de la Facultad de Derecho, de obstruir la búsqueda de justicia en el caso que hoy aquí se presenta.

Casi un año ocho meses después, el papel de González de Anda en el caso de Emma se reporta como el del ejecutor de una de las tantas injusticias que suelen enfrentar las víctimas de violencia sexual que buscan justicia y se topan con la violencia institucional: firmó el aviso de recisión del contrato.

En otras palabras, a la víctima se le deja sin trabajo mientras al victimario se le mantiene en su puesto de manera cómplice. No es el primero, y todo indica que no será el último caso que sigue esa ruta.

Si bien la recomendación 7/2020 la heredó Zermeño Guerra justo el día que resultó electo como rector y fue aceptada por la Rectoría 15 días antes de que él asumiera el cargo, la obligación del cumplimiento y la reparación del daño es institucional, y el trato que se le ha dado a Emma dista mucho de la expectativa que como candidato generó.

Si algo se habría podido esperar de la Comisión Estatal de Derechos Humanos era que su actual presidenta, Giovanna Argüelles Moreno, tuviera más sensibilidad para la atención a las víctimas, dada la larga historia de quejas contra ese organismo ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en tiempos sus antecesores Jorge Andrés López Espinoza y Jorge Vega Arroyo.

Argüelles Moreno parece seguir los pasos de sus antecesores y, el caso que pudo ser ejemplar con la UASLP como prototipo, hoy no sólo exhibe a la universidad pública, sino también da cuenta de que se mantiene la inercia en una institución que debería anteponer los derechos de las víctimas.

El caso de Emma se suma así a la lista de los que tienen que contar con la intervención de la CNDH para que se logre algún avance en la búsqueda de justicia por parte de las víctimas.

Una historia en la que, como en otros casos, la insistencia de la víctima es la que logra que una CEDH encubridora realice algunas de las acciones a las que está obligada. Así, con retraso y todo, el incumplimiento de la recomendación 7/2020 ya fue reportado al Congreso del Estado donde, conforme a lo que marca la Ley, tendrán que hacer comparecer al rector Zermeño Guerra.

Algo que ya pasó hace unos meses con el caso de María de Jesús Armendárez Prieto, quien por vía de amparos obligó a la CEDH a reportar incumplimientos a recomendaciones por parte de la SEDUVOP y se hizo comparecer a su entonces titular, Leopoldo Stevens Amaro y al oficial Mayor de Gobierno del Estado, Miguel Ángel Carbajal Martínez.

Si algo ha quedado exhibido con el caso de Emma es que la violencia institucional contra las víctimas es una condición generalizada en los organismos públicos y, en el caso de la UASLP, eso de que “la violencia contra las mujeres nunca más debe ser tolerada, porque la defensa de la dignidad de todas y todos los universitarios, tiene que ser ejemplo para la sociedad” es hoy un mal ejemplo más.

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