Adriana Ochoa
Se dice que en política no hay coincidencias, solo causalidades. Y en Morena, la cruzada contra el nepotismo para 2027 se ha convertido en la piedra de toque para la relación entre la llamada Cuarta Transformación y su aliado del partido Verde en San Luis Potosí, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona.
Exigida a reaccionar contrarreloj y con prudencia para desactivar los ataques arancelarios, migratorios o de seguridad de la administración Trump, la presidenta Claudia Sheinbaum libra otro frente al interior de su partido, Morena, contra las agendas propias en detrimento de la unidad.
La reforma anti nepotismo para el 2027 fue boicoteada en el Senado por el Partido Verde y sus aliados, los barones del obradorato Adán Augusto López, los hermanos Monreal y Félix Salgado Macedonio. Los senadores Gerardo Fernández Noroña y Salgado Macedonio, confirmaron que le pararon los pies a la intención presidencial a petición del Verde, para dar viabilidad al proyecto aliado en San Luis Potosí.
De los suyos, la presidenta se ocupó ya en el Consejo Nacional de Morena en mayo, con un exhorto a tomar distancia de lo que llamó “la parafernalia del poder”, porque “es del pasado de corrupción y privilegios, no de Morena”. Y un compromiso de Morena, votado en esa asamblea, para evitar postulaciones en 2027 de familiares que “hereden” el poder por la vía electoral.
El mensaje resuena en los estados donde los cacicazgos locales afilan los cuchillos desde hace tiempo para hacerse de un siguiente capítulo dinástico: los Monreal, en Zacatecas, y los Salgado, en Guerrero.
El morenismo potosino, relegado por la alianza con el partido Verde de Ricardo Gallardo, reaccionó con un anuncio no oficial pero sí cargado de ruptura liberadora. “Morena no irá con el Verde en 2027”, asumen, ante la evidente promoción, con todo el recurso partidista y oficial, para la esposa del gobernador, la senadora Ruth González Silva.
El gobernador Ricardo Gallardo Cardona, un hombre de maneras contundentes, tenía planes. Planes que, ahora, se topan con un muro llamado Morena y su compromiso moral para contener las ambiciones desmedidas y la tentación de heredar el poder a los de la casa.
La toma de distancia se ha trasladado a otros planos. Gallardo Cardona expresó su molestia porque no se tomó parecer a su gobierno en la renovación de delegaciones federales. Morenistas reportan escaramuzas y roces con gallardistas en la elección de Comités del Bienestar en varios municipios. Los comités facilitan el acceso a programas sociales y beneficios, vinculados a la Secretaría de Bienestar o al Banco del Bienestar.
Y aunque el proyecto de la senadora no está cancelado, como lo grita su permanente promoción en el ejercicio de la dádiva y el asumido “madrinazgo” para los necesitados, el gobernador ha salido a sofocar versiones y presunciones de vías y figuras alternativas al proceso sucesorio en San Luis Potosí, en ocasión de su cuarto informe.
“El que se caliente se va, el que se mueve no va salir en la foto”, declaró Gallardo a la prensa a media semana, se supone que para “los adelantados” de su círculo de fieles por obligación, pero también para los morenistas que, a su parecer, anticipan vísperas. “Luego de repente los compañeros dicen: no vamos a ir con el Verde. Se oyen mal, se oyen muy mal diciendo ese tipo de expresiones porque no podemos caer en soberbias, estar en la soberbia no nos ayuda mucho”.
Gallardo dijo que continuarán en la coalición con Morena, pero no se aferran. Es más, que “hay muchos partidos buenos: MC es bueno, el PRI creo que ya renovado debe funcionar, Acción Nacional igual, Morena igual, todos los partidos son buenos, el problema han sido las dirigencias que los gobiernan, que no los saben llevar a buen puerto”.
Incluso recordó que cuando su “movimiento” fue amarillo (con el PRD), fue bueno, y ahora con el Verde, hasta mejoró. “Nosotros hemos sido respetuosos y no queremos que los tiempos se adelanten y quien se adelante se va ver mal y no se trata de eso. Nosotros estamos listos para competir, estamos listos para ir en una alianza con Morena y el Partido del Trabajo, pero también estamos listos para escuchar cualquier otro tipo de alianzas, no nos vamos a quedar solamente esperando si vienen o no vienen”, puntualizó.
Sí, el gobernador pone plan como se lo pongan, con la 4T o sin ella. Y con su esposa candidata a sucederlo, aunque aflore el disenso y corran las fisuras al interior de su bloque, la primera de ellas en su propia familia, con su padre, el ex alcalde de San Luis Potosí Ricardo Gallardo Juárez, diputado federal por el PT. O la de colaboradores que hallaron en el refuerzo de las bases del origen gallardista, la alcaldía del municipio conurbado de Soledad, el mejor pretexto para apoyar un proyecto fuera de los márgenes familiares y menos polémico: el alcalde Juan Manuel Navarro Muñiz.
Las lealtades verdes han empezado a pelear entre ellas, fuera de la vista del gobernador; disputan espacios potenciales y otros pretenden “apartarlos” desde ahora a fuerza de golpeteo.
El gobernador, que ejerce un control férreo sobre su partido y apuntaló la elección judicial con sus estructuras, va a esperar que las cosas se acomoden con la Cuarta Transformación, pero no lo hará sentado. Seguirá jugando al “necesariato”: que a Morena no le quede de otra que volver a pactar con él, con todos sus costos.
La relación entre la presidenta Sheinbaum y el gobernador Gallardo es, por decirlo de alguna manera, pragmática. Una cortesía institucional que esconde una distancia política notable, ya no se diga el agravio de pactar con los barones del obradorato para posponer la reforma claudista contra el nepotismo. No hay efusiones, solo acuerdos que convienen a ambos.
Entre verdes y morenistas las descalificaciones y los desplantes son cosa de cada día. Hay sin embargo realidades que ponen en dique seco el optimismo de los militantes de Morena en San Luis: su falta de figuras con potencial electoral al 2027 y la hegemonía territorial del gallardismo que los morenistas dejaron crecer y hasta disfrutaron, aunque ahora renieguen, en la comodidad de apostarle a que su aliado peleara por ellos la gubernatura.
Si en otros municipios Morena ha reclutado de otros partidos prospectos ganadores de otros partidos, en San Luis Potosí capital no los tiene. Candidatos que puedan ganar, no solo que polemicen. Gallardo ya lo previó, porque un candidato competitivo en la capital del Estado es clave para alcanzar la gubernatura: el diputado federal verde Juan Carlos Valladares Eichelmann. Falta que el joven empresario acepte ese encuadre. Y si no acepta, hay un par de cartas más.
El 2027 parece lejano, pero el latido ya se siente. De aquí a un año los desgastes, los adelantamientos, los errores y la dejadez presentarán factura.
¿POLÍTICAS PÚBLICAS? Dos rasgos negativos son moneda corriente en la administración estatal, contraste a su contundencia para realizar obras, bien valoradas después de dos gobiernos pusilánimes: la grosería y el impago descarado de sus obligaciones y compromisos con distintos sectores e instituciones: jubilados, la UASLP, proveedores, fondos de trabajadores y un larguísimo etcétera.
REALIDADES VS. “PROP”. Esas dos “políticas públicas” preocupan en el propio gobierno gallardista, pues dicen que el esfuerzo de organizar eventos para realzar la figura de la senadora Ruth González, con sonrisa aquí y abrazo allá, se desvanecerán con el enojo cada vez más extendido por las deudas y ese recurrente estilo de prepotentes acomplejados como el que hoy denuncian trabajadores del Hospital Central y maestros de la Becene. Una contracampaña efectivísima, ya verán.
DESPOJO OFICIAL. La sorpresa de los concejales de Villa de Pozos, ante la propuesta-orden para que el nuevo municipio “done” un pozo a la CEA. Pobre Pozos, de por sí nació desprovisto y todavía le quitan.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Adriana Ochoa es periodista desde 1988. Actualmente es directora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y docente titular de Organización Política y Ciudadanía.