Condenados al auto rezago

Por Victoriano Martínez

El trabajo legislativo en el Congreso del Estado está condenado a presentar números que muestran un permanente rezago que, paradójicamente, es producto del afán individual de los diputados por figurar como muy productivos.

Ningún diputado quiere ser exhibido como improductivo y, con un ligero empujoncito de los asesores que al asumir el cargo les son asignados, le entran cada vez con mayor ímpetu a la burda práctica de presentar iniciativas a destajo para simular ser legisladores que sí trabajan, y mucho.

Para las primeras dos sesiones de la anterior Legislatura, los hoy ex diputados habían acumulado nueve iniciativas. En las primeras dos sesiones de la actual Legislatura, los hoy todavía diputados ya habían presentado 27 iniciativas, que los perfilaron no como más trabajadores, sino como más simuladores.

Pero ese ardid que busca reconocimiento se convierte en su propia trampa que los convierte en diputados irresponsables que arrastran un rezago legislativo que los iguala o los vuelve peores que sus antecesores.

Un rezago legislativo artificial en tanto corresponde a la no dictaminación de las iniciativas motivadas por inflar sus números antes que ser producto de una revisión responsable y sistemática del marco legal vigente para detectar ajustes, adecuaciones y adiciones necesarios para el mejoramiento de la convivencia de la sociedad.

Tan alejado de la actualización legislativa resultan esas estadísticas, que hay sesiones en las que un solo diputado presenta hasta dos o más propuestas, lo que podría hacer en una sola, en torno a una misma ley, o incluso a un mismo artículo, con tal de aparecer muy productivo en su contabilidad personal, lo que exhibe además una falta de coordinación como cuerpo colegiado.

Con legisladores atrapados en ese afán de aparentar lo que poca voluntad tienen de ser, no es extraño que en cinco de los seis periodos de sesiones ya hayan superado el número de iniciativas que presentaron sus antecesores durante los tres años. La LXI Legislatura acumuló mil 503 iniciativas en todo su periodo. La actual ya lleva mil 510, y aún no termina el quinto periodo de sesiones.

Poco importó que los hoy todavía diputados hayan ofrecido ser diferentes, como legisladores simulados salieron peores… y en muchas otras cosas. Por eso no es de extrañan que el rezago en la resolución de iniciativas ya sea del 46.82 por ciento y supera con dos puntos porcentuales a sus antecesores de la ecuación corrupta, que ya es mucho decir.

Un rezago en la dictaminación de iniciativas que, al tratarse de propuestas ciudadana, el trámite que les dan los expone más enfocados en su ego que en atender inquietudes que surgen de la población. El 30 de julio pasado crearon una comisión ex profeso para desahogar iniciativas presentadas por ciudadanos: primero hablaron de 26 (13 de octubre) y luego de 46 (1 de noviembre).

Al margen de cuántas iniciativas desahogarán realmente, el caso exhibe la pachorra con la que suelen trabajar. Entre la aprobación de la comisión ex profeso y su instalación, pasaron 75 días. Entre la instalación y el día de hoy han transcurrido 59 días sin que se informen resultados. Entre el día de hoy y el plazo límite para que terminen su encomienda hay ya 33 días.

Si se toma en cuenta que viene el periodo vacacional decembrino, en el que incluso las sedes del Legislativo cierran sus puertas, todo indica que la labor de la comisión ex profeso será un acto más de simulación para deshacerse de iniciativas que, en las que las comisiones que la recibieron, las menospreciaron al grado de ni siquiera pedir que se les declarara prórroga.

Tal es el caso de la iniciativa de Ley de Austeridad, turnada a comisiones desde el 10 de marzo de 2019 y sobre la que sólo se declaró una de las dos prórrogas posibles. Hoy ya sería una iniciativa caduca, de no ser porque la Ley Orgánica del Congreso del Estado ordena que vencido el plazo para dictaminar, las resuelva una comisión creada ex profeso, como la que hoy ya opera.

Así el destino de inquietudes ciudadanas, así la preferencia por privilegiar la simulación del trabajo legislativo. ¿Cuántas iniciativas de los diputados atienden necesidades normativas reales? ¿Cuántas necesidades normativas reales no se atiende porque los diputados están más preocupados por su imagen con lo que en el propio Congreso del Estado conocen como diarrea legislativa?

Ellos mismos condenan su trabajo a un creciente y permanente rezago porque con su afán por parecer muy productivos pavimentan su camino a convertirse en la peor Legislatura de la historia.

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