Deuda histórica bla bla bla…

Carlos Rubio

El moderno discurso institucional hacia las víctimas o las comunidades ha evolucionado a tal grado que ha pasado de buscar disfrazar las omisiones con supuesto trabajo y avances, a reconocer las deficiencias del sistema que por años han perjudicado a millones de mexicanos y mexicanas, sin que ello signifique que se hará algo para cambiar o mejorar el panorama.

Ya se ha vuelto costumbre escuchar a las autoridades afirmar que se tiene una deuda histórica con las mujeres, con las víctimas, con las comunidades indígenas, así como LGBTTTIQ+, y la lista se puede extender hacia cualquier sector que por años ha sido vulnerado.

Incluso hay quienes han ofrecido disculpas por hechos acontecidos en el pasado. Porque finalmente se dieron cuenta de que estas acciones le generan simpatía a un gobierno con la gente. Ojo, no se disculpan por errores propios, sino por los de sus rivales políticos, por los del viejo priismo y el rancio panismo.

Sin duda fueron sorprendentes las primeras veces que se escuchó a una autoridad hablar de una deuda histórica. Y debió ser muy significativo para un sector que continuamente lucha por sus derechos escuchar a un alcalde, un gobernador o un presidente, reconocer que se han equivocado, mientras les dan la razón a todas aquellas víctimas de violencia institucional.

Pero de poco sirven las palabras y las disculpas si nada va a cambiar.

Reconocer cada 9 de marzo o 25 de noviembre que se pudo haber hecho más por las mujeres víctimas de violencia podrá representar un discurso políticamente correcto, pero hasta ahí. La realidad continúa siendo la misma. La Alerta de Violencia de Género sigue activa desde 2017 en seis municipios de San Luis Potosí.

Colocarse la bandera de los pueblos indígenas cada 9 de agosto podrá ser simbólico y ayudará a cumplir con el trámite del día, pero las omisiones siguen presentes. Ahí está desde 2020 la exigencia de las comunidades tének y náhuatl para cambiar el sistema de partidos políticos y utilizar el sistema de elección por usos y costumbres; sin embargo, han sido ignorados por el Congreso del Estado y el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana.

Pintar las letras de San Luis Potosí del astabandera con los colores de la bandera LGBTTTIQ+ ayuda a cubrir la agenda mediática, pero del otro lado se le abren las puertas a Eduardo Verástegui, uno de los principales difusores de discursos de odio contra la comunidad y en contra de las mujeres.

En los últimos años, en San Luis Potosí, el alcalde Enrique Galindo Ceballos ha sido de las pocas autoridades que han ofrecido una disculpa hacia víctimas del propio Gobierno Municipal (de la anterior administración, claro está), sin embargo, derivó en un lamentable y vergonzoso hecho en el que hicieron uso político del caso para atacar a los rivales y a las dos mujeres les incumplieron la promesa de reintegrarlas al área de deportes del Ayuntamiento.

Ayer, en una reunión con diputados y diputadas, la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Giovanna Argüelles Moreno, repitió aquel ya desgastado discurso de que la institución a su cargo tiene una deuda histórica con las víctimas y además añadió que se pudieron haber dado mejores resultados.

Aprovechó para hablar sobre el rezago que acumularon anteriores administraciones de la Comisión, pero se olvidó de que ya tiene dos años en el cargo, por lo que su discurso se asimiló más a las justificaciones que suelen lanzar Ricardo Gallardo Cardona y Andrés Manuel López Obrador, de muchas palabras y pocos resultados.

En San Luis Potosí y en todo el país se continúa hablando de deudas históricas, pero no se pone fecha para comenzar a saldarlas.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.

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