Humo y Espejos: “Campañitis precoz”

Abelardo Medellín Pérez

A once meses de distancia entre las tomas de protesta y el presente, quienes entonces fueron ganadores electorales hoy son servidores públicos en funciones cuya preocupación principal gira en torno de un recurso valioso que hoy ven en detrimento: el bono democrático.

Legitimados por el voto popular, quienes asumieron funciones en septiembre y octubre del 2021, cargan consigo un costal de bono democrático que blindaba sus decisiones, obras y acciones con un velo delgado, y no renovable, que lleva escrita encima la frase “déjalos gobernar”.

Hoy, a casi un año de distancia de los triunfos, el bono se acaba poco a poco. Entre permitir los excesos, los nombramientos cuestionables, las festividades inventadas y las obras opacas, el bono de confianza y legitimidad se vuelve contra sus portadores y se convierte en una interrogante de qué tal lo han hecho.

Un buen ejemplo es el caso de lo que le ocurrió al gobernador Ricardo Gallardo en junio pasado con su intención de renovar la avenida Himno Nacional en la capital.

El gobernador fue cuestionado y recibió manifestantes durante el arranque de obras en San Juan de Guadalupe en la capital potosina el pasado 21 de junio; creyó que el acarreo y las decisiones drásticas calmarían la duda y terminó mandando a su sub secretario de gobernación para convertir la renovación de una avenida en un programa de bacheo costoso. No calculó cuánto le quedaba de bono y terminó infiltrando porra entre los manifestantes para atenuar el descontento.

Ejemplos similares se pueden identificar entre gobiernos municipales e incluso diputados, pero lo que todos comparten, es que la mayoría de los servidores creen tener legitimidad ilimitada hasta que sus representados les informan que no es así; y cuando un político ya no se siente respaldado por los ciudadanos que lo llevaron al poder sufre de un mal común, pero incómodo, conocido como campañitis precoz.

La desinflamación del ego político y posterior aparición del miedo atribuible al desencanto popular, provoca en el servidor público promedio una incontenible necesidad de volver a poner en circulación su perfil como oferta electoral.

Natural y jurídicamente, ofertar el perfil de un servidor público en funciones como opción electoral, cuando nadie lo ha convocado y no hay elecciones, es una imposibilidad; por eso, para calmar la urgencia de postularse y atender el llamado de la “supervivencia política”, los servidores públicos aprovechan sus tiempos al frente de las administraciones para preparar su camino a la siguiente elección.

Esta misma semana, Astrolabio reveló que tanto el DIF Estatal como la Secretaría de Desarrollo Social y Regional (Sedesore) modificaron la estructura interna de sus de entrega de apoyos sociales para que las delegaciones empatar con los distritos electorales.

¿A caso se necesita más ejemplo que este para ilustrar la urgencia de un servidor público por echar a andar la siguiente contienda? Si bien es cierto que el gobernado no podría contender por un puesto de elección popular en 2024 (idealmente), queda claro que puede desahogar su campañitis preparando el camino para la presidenta del DIF, Ruth González Silva.

Porque el gobernador Gallardo no necesita hacer una campaña en forma para liberar presión; cada semana monta escenario, música, globos, banderines, vítores, entradas triunfales, acarreados, pancartas de apoyo y baños de pueblo… todo, solo para inaugurar una calle o iniciar una obra. Él no necesita la campaña, él ejecuta su gobierno a través de la campaña constante, pero claro que puede comenzar a preparar el camino para sus cercanos.

En el otro escenario, vemos al alcalde capitalino Enrique Galindo Ceballos sufrir de dos campañitis distintas y simultaneas: por un lado, con su propio séquito priista, el alcalde realizó el pasado fin de semana una gira por la huasteca donde presumió los logros de su administración, en un evento que, según su dicho, fue para promocionar el Gran Fondo Nairo México 2022; por otro lado, el ayuntamiento de la capital ha comenzado la campaña “PoSÍble” con la que pretende preparar el camino rumbo al primer informe.

Mientras que la gira en la huasteca parece ser una excusa para promover su imagen como la de un político bondadoso y preocupado por el turismo (de visita en una región turística), la campaña “PoSÍble” se revela como un acto adelantado de campaña rumbo al primer informe; casi 50 días adelantado al tiempo que debería utilizar para dicho tipo de campañas, según la Ley Electoral del Estado.

Entonces tenemos un DIF Estatal que modifica su normativa para ejercer su presupuesto en función de una estructura electoral y al mismo tiempo tenemos a un alcalde que viola los tiempos marcados por la normativa para promocionar su imagen rumbo al primer año de su gobierno.

Ambas entidades, el ayuntamiento y los organismos del ejecutivo estatal, parecen haberse dado cuenta del decremento de su bono democrático y revelado en consecuencia su necesidad de entrar en campaña.

La única pregunta que queda es: si a Galindo Ceballos y González Silva, se les permitiera desahogar su mal con una posible postulación al Senado, ¿irán separados o en fórmula?, ¿será que al final las presiones del partido se vuelven imposibles de ignorar y Gallardo acepta una arriesgada postulación a la presidencia?, ¿cuántas regidurías y diputaciones se tendrán que pagar para que se permita que el actual gobierno absorba al PRI estatal?

No tenemos respuestas claras, intenciones sutiles o compromisos sinceros, pero, como pinta la cosa, quizá no haya que esperar tanto para saberlo, solo estar suficientemente atentos.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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