LXIII Legislatura: ni austera ni transparente

Por Victoriano Martínez

Si las malas señales sobre el desempeño de los nuevos diputados comenzaron desde antes de que tomaran posesión de su cargo, hasta ahora en las dos sesiones ordinarias que han realizado no han faltado indicadores de que darán continuidad a la maldición que padece el Poder Legislativo: cada Legislatura se esfuerza por resultar peor que la anterior.

La primera iniciativa turnada por el Pleno a una comisión, que entró sin cubrir el requisito de la publicación previa en la Gaceta Parlamentaria y sin el acuerdo para dispensar esa omisión, resultó dictaminada con una pifia cuya corrección en la sesión de este jueves se allanó a un cumplimiento rigorista del Reglamento para evitar que tal error quedara registrado en el Diario de los Debates.

El primer punto de acuerdo, llevado al Pleno este jueves, exhibió una injustificada novatez del coordinador del grupo parlamentario de MORENA, Cuauthli Fernando Badillo Moreno, ex diputado federal, que llevó el debate sobre la propuesta para buscar “acuerdos para implementar plan de austeridad” a dilucidar si tendría que ser punto de acuerdo, acuerdo económico o iniciativa.

La austeridad como bandera de diputados y de servidores públicos de elección popular comienza a dejar de ser un buen estandarte para atraer la simpatía de la población en tanto que se acumula cada tres años, o cada seis, la promesa de medidas contra los excesos en la administración pública que, al final de cada uno de esos periodos, exhibe con claridad que sólo son actos de simulación.

La única certeza que se puede tener cuando, quien llega a un nuevo cargo con presunta voluntad de actuar diferente, es que siempre encontrarán la forma de aplazar tomar una decisión que les resulta tan dolorosa por la expectativa de “nueva vida de ricos” a la que llegan y a la que les resulta aún más difícil renunciar cuando reciben su primera quincena.

Los antecedentes sobre la forma en que se ha abordado el tema de la austeridad en los últimos sexenios y trienios, y los del propio Badillo Moreno, quien viene de gozar las mieles de una diputación federal, vuelven difícil no pensar que su propuesta no es más que un artificio más para intentar levantar un falso estandarte, cuando se tiene a la mano activar y realizar un hecho concreto.

Juan David Cibrián Jerónimo, Luis Alberto Suárez Castillo, y Aarón Obregón Hernández encabezaron a un grupo de jóvenes que presentaron la iniciativa de Ley de Austeridad que, en el colmo de la simulación, la anterior Legislatura llevó en dos ocasiones al Pleno el dictamen con el que se aprobaría, para finalmente dejarla pendiente.

Esa iniciativa plantea claramente en diez puntos clave medidas de austeridad que superan con mucho el farsante planteamiento del grupo parlamentario de MORENA. Sacarle la vuelta a esa iniciativa exhibe una previsible hipocresía de la LXIII Legislatura para desahogar el tema. Sólo queda esperar hasta qué extremos están dispuestos a fingir que pudieran superar a sus antecesores.

Una primera iniciativa que no cumple requisitos legales, un dictamen que omite respetar los derechos a la salud y a la información, además de contar con una pifia, una artificiosa propuesta a favor de la austeridad con claros objetivos de simulación –hasta que demuestren lo contrario– con completados con un acto de opacidad exhibido abiertamente en la sesión plenaria de este jueves.

Mediante un acto legalista en exceso, en la sesión del pleno se logró disimular la pifia del primer dictamen aprobado por la Comisión de Gobernación para declarar recinto oficial para el cambio de gobierno la Plaza de los Fundadores, en el que habían citado para ese acto a José Ricardo Gallardo Juárez a rendir la protesta de ley.

“En el siguiente punto del orden del día les participo que ayer miércoles 22 de los corrientes la Comisión de Gobernación notificó a la directiva, a través del órgano técnico de apoyo, modificación al dictamen agendado para esta sesión”, comenzó a presentar el único dictamen de la sesión la diputada Yolanda Josefina Cepeda Echavarría, presidenta de la Directiva.

Agregó que de esa forma se cumplió con el artículo 87 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso para modificar dictámenes ya publicados en la Gaceta Parlamentaria y previo a su lectura en el Pleno “siempre y cuando se trate de (las) modificaciones que cambien su sentido y alcance”.

El artículo 87 concluye con la frase “tratándose de enmiendas meramente de forma, éstas deberán hacerse antes de su inclusión en la Gaceta Parlamentaria”. Es decir, la pifia corregida no fue de forma, sino que fue una modificación que cambió el sentido y alcance del dictamen.

“En tal virtud, instruí incorporar en las carpetas individuales de todos ustedes fotocopias del comunicado que detalla la modificación referida, por lo que se incorpora legalmente el cambio al dictamen y en consecuencia, al discutirlo y votarlo será ya con dicha modificación”, concluyó Cepeda Echavarría.

De esa manera, le ahorró al diputado José Luis Fernández Martínez, presidente de la Comisión de Gobernación, la pena exponer en tribuna la corrección, evitó que la pifia se registre en el Diario de los Debates y, en un acto alevoso de opacidad, a quienes estuvieron presentes en la sesión, o la siguieron en la transmisión, les ocultaron la información sobre la modificación.

Se trata apenas de la segunda sesión ordinaria de la recién estrenada Legislatura y a sus esfuerzos por superar a sus antecesores como la peor agregan dos claras actitudes: simular austeridad –hasta que demuestren lo contrario– y su nula vocación por la transparencia –una convicción que se tiene o no, y sus actos muestran que privilegiarán la opacidad.

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