Mínimos cuadrados

Frater Ignatius

Imaginemos que estamos en un campo de pinos de unas dos hectáreas. Por intuición somos capaces de relacionar dos variables: la edad y la longitud de los pinos. Es evidente que no existe una relación exacta. Podemos encontrar una serie de hechos que interrumpe una correlación perfecta:   humedad, temperatura, intervención de los abonos, cambios de clima drásticos, dependencia del espacio y más. También sabemos que hay métodos químicos y físicos para determinar la edad de dichos árboles.

Fue el gran matemático Karl Friedrich Gauss (1777) quien descubrió un extraordinario método para calcular o elucidar tendencias como la mencionada en el párrafo anterior. En la actualidad el método forma parte de muchos programas de informática. Sobre todo en la estadística. Es una representación de curvas o rectas suaves en medio de una nube de datos ingente. El procedimiento permite encontrar la curva que mejor se ajusta a una serie de puntos que representan datos experimentales: lo hace minimizando la suma de los cuadrados de los residuos de los puntos de la curva.

Gauss comenzó a adentrarse en el problema en 1795. Tenía apenas 18 años pero su genio brillaba años atrás cuando un maestro planteó un problema complejo. Demostró el valor de su hallazgo años después en 1801, año en que fue capaz de predecir la trayectoria del asteroide Ceres. Mantuvo este método en secreto para aumentar su reputación.

El método de mínimos cuadrados es una generalización a una uniformidad dentro de datos dispersos. Permite calcular la recta que mejor aproxima los puntos en un plano. Eso explica el especial aprecio que Gauss tenía a su descubrimiento. Es un arma muy poderosa cuando se trata de hacer una predicción de dos variables. Y también filosóficamente habla de la capacidad de cohesión de una realidad que no permite el desbordamiento. Es decir, el universo que habitamos es un universo que siempre se expresa en términos matemáticos. Lo único que hacemos nosotros es que a través de las matemáticas le conferimos un carácter de precisión a un universo que siempre nos rebasa. Todas estas fórmulas hablan de relaciones e interrelaciones de un Todo preciso pero también aparentemente caótico. Un universo evidentemente multidimensional y que está de alguna manera interrelacionado. El lenguaje de las matemáticas nos habilita para intentar comprender el funcionamiento del mundo con una cierta precisión. El método de los mínimos cuadrados es capaz de hacer predicciones. Gauss publicó esta maravilla en 1809, como parte de su Theory of the Motion of the Heavenly Bodies.

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